Violaciones masivas en Alemania al final de la Segunda Guerra Mundial
Para 1944, los Aliados occidentales y el Ejército Rojo fueron ocupando el territorio alemán y con ello, inició a una oleada de violaciones que llegó a convertirse en el fenómeno de violaciones masivas más importante de la historia. Aunque estos hechos se presentaron en todos los bandos y sus protagonistas, se vio mucho más manifiesto en el Ejército Rojo, la razón: un marcado sentimiento de venganza.
Karl von Clausewitz en su texto “De la guerra” no duda en afirmar como este “sentimiento” marca el concepto teórico de la guerra, pues al ser esta un acto de fuerza, no tiene límite para su aplicación, lo cual no se ha visto en modo alguno debilitado o desviado por el avance de la civilización. De hecho, el militar prusiano, un siglo antes expuso lo siguiente:
“Los adversarios se justifican uno al otro, y esto redunda en acciones recíprocas llevadas por principio a su extremo. Es esta la primera acción recíproca que se nos presenta y el primer caso extremo con que nos encontramos. “
De esta idea propia de venganza, el Ejército Rojo se valió sin un numero de crímenes hacia la población alemana al fin de la guerra :asesinatos, robos y violaciones. Así, entre 1944 y 1945 -incluso hasta 1948- las tropas soviéticas llevaron a cabo una oleada de violencia sexual sin precedentes que marcó profundamente la memoria histórica de la población alemana.
En las zonas ocupadas por lo soviéticos se violó sin cuartel a las mujeres alemanas, muchas fueron violadas repetidamente desde 8 hasta 80 veces. Los números varían bastante, pero se cree que 100 mil mujeres fueron violadas en Berlín, de las cuales 10 mil fallecieron. En toda Alemania se calcula que entre 1.5 millones y 2 millones de mujeres fueron violadas (Beevor, 2002).
Un soldado soviético recuerda:
“Avanzábamos… Entramos en los primeros pueblos alemanes… Éramos jóvenes. Fuertes. Llevábamos cuatro años sin mujeres. En las bodegas había vino. Había comida. Capturamos a unas chicas alemanas y… violamos a una entre diez hombres… Había pocas mujeres, la población escapaba del ejército soviético, así que cogíamos a las adolescentes. A las niñas… de doce, trece años… Si lloraban, les pegábamos, les tapábamos la boca con algo. Les dolía y nosotros nos reíamos. Ahora no entiendo cómo fui capaz de hacerlo… Yo venía de una familia educada… Pero lo hice…» Lo único que temíamos era que nuestras chicas lo descubrieran. Nuestras enfermeras. Delante de ellas sentíamos vergüenza…”
(Aléxiévich, 1985. p. 22)

Aunque, en efecto, quienes cometían los actos fueron los hombres, las mujeres soviéticas no se ven impunes ante los agravios, puesto que apoyaron y aprobaron los hechos con sus congéneres. Por ejemplo, la cabo de comunicaciones A. Ratina resalta lo siguiente:
“Recuerdo… Claro que recuerdo a una mujer alemana violada. Yacía desnuda, en la entrepierna le habían metido una granada. Ahora siento vergüenza, pero en aquel momento no la sentí. Y también los sentimientos cambiaban. Los primeros días sentíamos una cosa, más tarde otra… Pasados unos meses… Una vez vinieron cinco chicas alemanas a nuestro batallón para ver al comandante. Lloraban… Un ginecólogo las revisó: tenían heridas ahí. Estaban completamente desgarradas. Tenían las bragas empapadas de sangre… Las habían estado violando durante toda la noche. Los soldados hacían cola…» No lo grabe… Apague la grabadora… ¡Es verdad! ¡Todo esto es verdad! Ordenaron al batallón formar filas… A esas muchachas alemanas les dijeron: “Buscadlos, fusilaremos aquí mismo a los violadores. Sea cual sea su rango. ¡Estamos avergonzados!”. Pero ellas lloraban. No querían… No querían que se derramase más sangre. Eso fue lo que dijeron… Entonces les dieron una hogaza de pan a cada una de ellas. Claro, todo esto es la guerra… Claro…» ¿Usted cree que perdonar era fácil? Ver esas casitas blancas… intactas… Con techados de tejas. Con rosas en los jardines… Yo misma deseaba que sintieran dolor… Claro que quería ver sus lágrimas… No es posible volverse bueno al instante. Bueno e íntegro. Tan bueno como es usted ahora. Apiadarse de ellos. Necesité que pasaran décadas enteras…».
(Aléxiévich, 1985. p. 240)
El helicóptero. Libélula de metal.
Matices
Aunque Berlín experimentó una violencia sexual con pocos precedentes, fue Prusia Oriental la que sufrió la suerte más terrible, la tierra quedó devastada, la casas destruidas, los pobladores fueron despojados de sus enseres, incluso los más baratos, el ganado fue sacrificado o trasladado a Rusia (Beevor, 2002, p. 424). Pero la peor parte la llevó los civiles que no lograron escapar. Las mujeres, entre ellas niñas, fueron llevadas a la Unión Soviética para trabajos forzados, en bosques y canales, la mayoría fue violada y más de la mitad murió en los dos años siguientes. Quienes lograron regresar a Alemania en 1947 tuvieron que ser hospitalizadas de inmediato por tuberculosis y enfermedades venéreas (Beevor, 2002)

También, la definición de violación tuvo varios matices, por ejemplo, con coacción sexual. Principalmente cuando la mujer se enfrentó al hambre, la necesidad y la protección, haciendo que el empleo de un arma o la violencia física no fuera necesaria. Durante la ocupación, esta forma de coacción fue denominada como “mujeres de ocupación” quienes vinieron a sustituir a las “mujeres de campaña” (Beevor, 2012, p. 428). En efecto, las esposas de los soldados soviéticos en la Unión Soviética tuvieron que sufrir la indignación moral de esta nueva tendencia, al igual que los mandos, quienes estallaron en cólera cuando soldados desertaron para quedarse con sus amantes alemanas.
Experiencias
Muchas otras mujeres “cedieron” ante un soldado con la esperanza de librarse de una violación colectiva, como Magda Rielando, actriz de 24 años que se escondió en una armario cuando los rusos llegaron a Giesebrechtstrasse. Ella relata “el momento más aterrador de toda la guerra”, cuando fue descubierta por un soldado joven de Asia, quien excitado poseer una joven tan hermosa de cabellos dorados tuvo una eyaculación precoz, la joven, mediante signos la propuso que si la protegía de otros soldados seria su novia (Beevor, 2002, p. 350). El joven aceptó ante la idea de tener tal compañera, pero al momento de salir a alardear su trofeo entró inmediatamente otro soldado y la violó brutalmente.
Las experiencias de las mujeres alemanas varían mucho. Para las más jóvenes fue para quienes fue más difícil, pues no tenían idea de lo que sucedía, lo que trajo efectos psicológicos devastares. La gran mayoría fue incapaz de entablar relaciones por el resto de sus vidas. Para las madres, les fue más fácil llevar la carga, pues preocupadas por sus hijas intentaban superaron la experiencia con mucha más facilidad. Para las mayores, sean adultas jóvenes y adultas, trataban de olvidar la experiencia mucho más fácil, “Debo reprimir un buen número de cosas para poder ser capaz de vivir”, reconoció una mujer que se negó a hablar de la cuestión (Beevor, 2002). Algunas parecen haber sufrido “menos” y describían la experiencia como “no corporal” evitando que el sentimiento de tal hecho condicionase su vida.
Un asunto colectivo
En esencia, la violación se convirtió en un asunto colectivo y debía ser superado de tal forma. Las mujeres de Alemania aprendieron que debían asumir lo que les había sucedido, pero, para los hombres les avergonzaba el no haber podido protegerlas y empeoraban aún mas las cosas, prohibiendo casi cualquier mención. Al respecto, Hanna Gerlitz ( como se cita en Beevor, 2002) relata cómo se entregó a dos oficiales soviéticos borrachos para salvar la vida de su esposo y la suya propia:
“Después —escribió— hube de consolar a mi marido y ayudarlo a recuperar el coraje. Lloraba como un niño”.
Hay que resaltar que gran parte de las violaciones ocurrieron por soldados alcoholizados, principalmente por el alcohol alemán. Los alemanes se negaron a destruir las reservas de alcohol en los territorios que se iban perdiendo bajo la idea de que un enemigo ebrio no podía luchar. Sin embargo, con o sin conocimiento, el alcohol era precisamente lo que hacia que los soldados del Ejercito Rojo tuvieran mayor valor para la enfrentar la guerra que habían acabado de vivir y, además, para tener el coraje que necesitaban para cometer violaciones.

Apuntes
Finalmente, aunque desde el verano de 1945 los mandos soviéticos empezaron a castigar a los soldados sorprendidos en violaciones, estas continuaron hasta 1948, cuando los mandos soviéticos confiaron a las tropas en campamentos y sectores vigilados alejados de las zonas residenciales de la Alemania ocupada (Beevor, 2012). De acuerdo a Anthony Beevor, se cree que fueron violadas y forzadas cerca de dos millones de mujeres alemanas y una minoría sustancial(como de países ocupados por Alemania, como Polonia, Checoslovaquia y otros)la mayoría sometida a violaciones múltiples. El autor resalta que una amiga de Ursula von Kardorff y de la espía soviética Schulze-Boysen fue agredida por “veintitrés soldados, uno detrás de otro”. Tal fue su estado que la tuvieron que coser en el hospital.
Tanto la violencia incoherente de Prusia oriental y la violencia carnal en Berlín hacen solo posible la imposibilidad de ofrecer una definición global de crimen. Sin embargo, como expone Beevor, este hecho si sugiere la existencia de una sexualidad oscura, principalmente en el hombre, que puede salir fácilmente a la luz en tiempos de guerra donde desaparecen las restricciones sociales y disciplinarias.
Y ahora, como punto final ¿y las violaciones de los aliados occidentales? Desde el día D, hasta el fin de la campaña en Europa, se registraron 11.040 violaciones cometidas por los soldados estadounidenses. La gran mayoría a punta de pistola. El punto más álgido llegó en 1945 cuando se pasó de 18 acusaciones en el ejército en enero a 402 en marzo y 501 en abril, para comenzar a descender a 241 en mayo (MacDonogh, 2010). Entre el 25% y el 50% de las denuncias terminaron en juicio y, de estos, entre un 33% y un 50% en condenas, con el índice de ejecuciones más alto de los ejércitos aliados. En el caso francés, se cometieron 385 violaciones en el área de Constanza; 600 en Bruchsal; y 500 en Freudenstadt», los soldados coloniales de Marruecos manejaron acciones muy parecidas a las de los soviéticos en Baden-Wurtemberg sin sanción propia (MacDonogh, 2010).
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Bibliografía
- Alexievich, S. (2013). La guerra no tiene rostro de mujer. Debate.
- Beevor, A. (2002). Berlín. La Caida: 1945. Barcelona: Critica.
- Beevor., A. (2009). El Día D. La Batalla de Normandía. Barcelona: Critica.
- MacDonogh, Giles (2010). Después del Reich. Barcelona: Círculo de Lectores.
- Karl von Clausewitz “De la guerra”.
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Artículo escrito por:
Licenciado en Ciencias Sociales, docente de Historia en la educación básica primaria y secundaria, y educación media en Colombia. Jefe editor y redactor en Un Siglo en Guerra.
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